Archivo del blog

miércoles, 28 de marzo de 2012

EL ESPÍRITU SANTO Y LA ESCATOLOGÍA.


1. EL ESPÍRITU SANTO EN EL ACTO DE LA RESUCRRECCIÓN.


“Y si el Espíritu de aquél que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que está en vosotros” Romanos 8:11


   a. La resurrección de Jesús. “Esta fuerza operó en Cristo Jesús resucitándole de los muertos” (Efesios 1:20). En la resurrección de Jesús intervino toda la plenitud de la Deidad, Padre, Espíritu Santo y el mismo Hijo (Juan 2:19; Juan 10:18; Hebreos 13:20; Efesios 1:20; Romanos 8:11).


En este acto, el Espíritu hizo posible algunas cosas:


1o. Levantó a Cristo de entre los muertos. El Espíritu de vida entró en el cuerpo de Jesús contrarrestando el poder de la muerte levantando a un Cristo victorioso sobre el diablo, el mundo, y la muerte (Efesios 1:21 y 22).


2o. Le restauró a Cristo la autoridad y posición ante todos los seres del Universo “sentándolo a Su derecha en lugares celestiales sobre todo principado, autoridad, poder y señorío” (v. 21). 


3o. Sujetó todas las cosas bajo sus pies. Fue colocado “sobre todo nombre que se nombra que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero” vs. 21 y 22


4o. Hizo posible que la Iglesia compartiera, junto con él, de esa autoridad que le capacitaría a la Iglesia para hacer su labor en el reino de las tinieblas. “Lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia” (v. 22).


5o. Constituyó a la Iglesia como Cuerpo de Jesucristo, como “la plenitud de aquél que todo lo llena en todo”.


   b. La resurrección de los justos.


El Espíritu Santo, en el acto de la resurrección de los justos, tomó como modelo la resurrección de Jesús, proyectando los mismos efectos en la vida del creyente. (1 Corintios 15). El Espíritu Santo infunde vida e inmortalidad a nuestros cuerpos que, a causa del pecado, estaban sujetos a la corrupción. Una ilustración de este acto lo podemos apreciar en Ezequiel 37 cuando el Espíritu de Dios, en su capacidad dinámica y vital impacta la materia muerta volviéndola a la vida.


2. EL ESPÍRITU SANTO PROYECTADO EN LA ETERNIDAD.


“Si alguien tiene sed, venga a mi y beba. El que cree en mi, como dice la Escritura, se su interior brotarán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él…” (Juan 7:38-39).


El Espíritu Santo es enviado a la vida del creyente no solo para hacer real la comunión con Padre y el Hijo aquí en la tierra. Sino que, sin limitaciones de ninguna clase, el Espíritu perfeccionará en toda la su plenitud la eterna comunión de los hijos de Dios entre ellos y con Dios. Toda la bendición participada aquí en la tierra no se comparará con toda la gloria que el Espíritu traerá a Sus hijos cuando estemos en Su presencia por toda la eternidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario