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miércoles, 6 de mayo de 2009

DOCTRINA DEL ESPÍRITU SANTO: EL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

(ADAPTADO DE Myers Pearlman, Teología Bíblica y Sistemática).


El Espíritu Santo se revela en el Antiguo Testamento en tres formas: 1. Espíritu creador, 2. Espíritu dinámico, y 3. Espíritu regenerador.

1. Espíritu Creador (Gén. 1:2; Job. 26:13; Salmo 33:6; 104:30). 




Todo lo que se ve y se mueve, son evidencias del poder creador y preservador del Espíritu Santo. Todo individuo, sirva o no a Dios, es sostenido por el poder del Espíritu Santo. La existencia del hombre es como la nota de un órgano, dura mientras el dedo está puesto sobre la tecla. (Dan. 5:23; Hech. 17:28)

2. Espíritu Dinámico. 




Cuando notamos el trato de Dios con Israel, nos damos cuenta que Dios levantó dos tipos de hombres para su servicio: a) obreros y b) profetas.

    a. Obreros para Dios. Ejemplos: José, (Gén. 48:38-40), Bezaleel (Éxodo 35:30-31; Moisés (Números 11:16-17), Josué (Núm. 27:8-21), Otoniel (Jueces 3:9-10), Samson (Jueces 13:24-25). etc. Todos estos realizaron diferentes labores para Dios capacitados e inspirados por el Espíritu Santo, aunque algunos fueron profetas también. En este caso realizaban dos ministerios en forma paralela.

     b. Profetas de Dios.  El profeta es uno que recibe mensajes de parte de Dios y comunica al pueblo la voluntad de Dios. En los profetas, se manifestaban los dones de revelación, el don de la profecía y otras capacidades más que funcionaban de acuerdo con la necesidad del momento. Era el representante de Dios ante los hombres.

3. El Espíritu Regenerador.




Este aspecto tiene que ver con la transformación moral del hombre. Sin embargo podemos notar que no es revelado de una forma explícita en el A. T. A pesar de ello vemos al Espíritu Santo asociado con la transformación de la naturaleza humana.

   a. El trato de Dios con Israel en el desierto (Isaías 63:10-11; Nehemías 9:20; Salmo143:10).

      b. En el trato con David (Salmo 51).

   c. El derramamiento general y fuente de santidad es mencionado como una promesa futura (Ezequiel 36:25-29; Jeremías 31:33; Joel 2:28). Esta experiencia produciría la conversión de muchos (Joel 2:32).

     d. Su relación con la vanidad del Mesías. El Espíritu de Cristo hablaba a través de los profetas vaticinando sus sufrimientos, su obra redentora y su resurrección (1 Pedro 1:10-11).



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